viernes, 11 de septiembre de 2015

Tentadora sumisión- Capitulo 6

Esa esencia hedionda de ese mercenario estaba impregnada en esas dos hienas temblorosas, que intentaban esconderse entre la maleza junto a la carretera. A simple vista no parecían una amenaza, pero no podía olvidar el por que decidió no volver con su manada.
Ese mercenario quería a Akia más que nada, sus hermanos solo eran una manera de asustarlo y lograr que cediera ante sus demandas. No podía volver para ser atacados nuevamente, casi todos los que lograron sobrevivir esa fatal noche fueron niños y adultos sin preparación para defenderse. Volver con ellos ahora sería como sentenciarlos nuevamente.
Lo que no tuvo en cuenta fue que al alejarse de su manada, a su lado estaría su pareja y que si esas hienas estaban detrás de él eso significaba que el mercenario lo encontraría y Brian podría terminar como sus centinelas y sus guerreros.
Lamentaba tener que exterminarlas, ya que se notaba que eran simples peonas pero arriesgarse a exponer al peligro a Brian no era aceptable.
—¡Akia! ¡Carajo escúchame!— Gritó Brian sacudiéndolo por detrás de los hombros.
—Te dije que te quedaras en la camioneta—
—¡Míralas!— Estaban a unos escasos pasos de esas dos y lo único que hacían era temblar, ni siquiera intentaban huir o defenderse. Akia sabía que era injusto atacarlas si ellas ni siquiera se defendían, pero el que sean unas cobardes no significaba que fueran inocentes —. ¡Piensa un poco pulgoso! ¡Ellas podrían saber donde se encuentra ese infeliz!
Lo que más quería el lobo era destrozarlas y librarse de cualquier posibilidad de peligro para su pareja, pero lo que Brian decía tenía sentido. Si podía encontrar al mercenario y terminar con el problema de raíz podrían volver juntos a donde está su manada y luego ocuparse del problema de que Brian sea un hombre y para colmo un dominante.
—Hablen— ordenó a las dos hienas, que del miedo se habían trasformado en su forma animal. Extrañamente esas dos tenían el tamaño que tendrían unas hienas normales y no como tendrían que ser si fueran cambia-formas.
—No-nosotras no estamos tras usted...— logró pronunciar la más alta con la cabeza agachada, inútilmente trataba de esconder a la otra detrás de ella. Si, realmente daba lástima siquiera lastimar a esas dos desnutridas chicas. Tragando saliva intento aclararse la garganta sin levantar la vista del suelo —. Nosotras escapamos...Dan va a matarnos si nos encuentra. Tendríamos que haberlo entregado esa noche cuando usted calló por la cascada y la correntada se lo llevó lejos... pero vimos la oportunidad de escapar y lo dejamos... cuando nos estábamos alejando decidimos volver para ver si había muerto o no...
—Pero se encontraron conmigo y salieron corriendo como ratas— interrumpió Brian haciendo que estas se encogieran aun más los hombros. Akia podía oler el miedo en ellas, y ahora sí, echando a un lado el aroma de ese mercenario lograba verlas bien y analizarlas. No parecían mentir y su estado físico era muy malo.
—¿Qué estás haciendo?— preguntó de golpe apartando la mirada de esas dos. Brian se acababa de sacar la camisa y la remera que traía debajo de esta puesta quedando con su torso desnudo.
Sin contestarle nada hizo media sonrisa cuando Akia largo un sonoro gruñido de advertencia mientras volvió la mirada a las debiluchas y desnutridas hienas, para comprobar que estas no lo miraran. Lanzó la remera y la camisa para que se cubrieran, sus prendas les quedaban como camisones.
—En ese estado no pueden hacer nada— suspiró Brian frunciendo el ceño ante su comportamiento ¡¿Desde cuándo era un ser compasivo?!
—Hay que llamar a Zaida, ustedes se quedan en la parte de atrás de la camioneta, ni se les ocurra escapar.
Akia no estaba nada contento con tener a esas dos tan cerca de su pareja, pero también tenía que admitir que ni siquiera podría huir con lo desnutridas que estaban y no tenían forma de comunicarse con ese mercenario, con "Dan" si ese era realmente su verdadero nombre.
Nunca fue alguien que actuara sin pensar antes, pero la idea de que su pareja terminara como los miembros de su manada que no pudo proteger lo aterró. Suspiró cansado, otra vez miles de pensamientos lo inundaron sin poder evitarlo. Siempre mantuvo su mente fría y calculadora, solo había perdido el control una sola vez para proteger a sus hermanos de su padre, pero ahora no podía mantener sus emociones y pensamientos bajo control.
Esas dos eran muy jóvenes, tanto que podría jurar que eran menores y si eso era cierto y el las hubiera atacado, como quería, ahora estaría en serios problemas. El consejo lo cazaría al igual que al mercenario si matara a dos posibles víctimas de ese demente, siendo que eran inofensivas y que tal vez fueron obligadas a hacer quien sabe que cosas.
Vio como Brian salía de la camioneta con una remera negra en mano. ¿Por qué seguía con el torso desnudo? Para colmo salió con una media sonrisa ¿Acaso las hienas se atrevieron a mirarlo o decirle algo?
—Hey...Creo que yo no le caigo muy bien a mi suegrita, así que te dejo el placer de hablar con ella— se rió entre dientes recordando los celos que sintió de esa hermosa, pero a la vez espeluznante mujer. Todavía no entendía porque Zaida lo miró casi como con reproche y le mostró esa aura asesina. Akia no era un cachorro, así que pensó que tal vez los lobos podrán ser sobreprotectores con sus hijos aunque sean mayores.
—¿Hablaste con ellas?— el tono de su pulgoso fue extraño. Notó que estaba irritado y sonrió divertido sabiendo bien él porque.
—Se llaman Lisa y Yone, hermanas y ambas menores de edad. Ese tal Dan las secuestro cuando ellas eran unas niñas. Son híbridas, tal vez por eso su forma animal sea tan pequeña y... al parecer saben algo más, pero tienen mucho miedo y no creo que hablen sobre el asunto— sacó su celular del bolsillo de su pantalón para entregárselo a su pulgoso. Akia estaba con el ceño fruncido cuando se acerco a él mirando directamente hacia el objeto —, mientras hablas con tu madre iré con ellas, hace tanto que no tenía una buena charla...
Se giró y fue directo hacia la parte de atrás de su camioneta. Mintió en eso de que anhelaba una conversación, el odia sociabilizar.
Sentía la mirada del pulgoso mientras hablaba por teléfono. Al final no pudo tener esa charla ya que esas dos estaban noqueadas por el cansancio y tal vez se encontraban en el séptimo sueño. Brian se preguntó por cuantas cosas habrían pasado esas niñas.
—Los ejecutores lo localizaron pero cuando atacaron el logro escapar. Es muy hábil y tenía a muchos trabajando para el bajo amenaza... ahora que se encuentra solo será más difícil localizarlo— la mirada de Akia estaba fija a la parte trasera de la camioneta.
—¿Me hablas a mí o a la camioneta?— preguntó Brian levantando una ceja —. Están durmiendo, parece que no lo hacían hace días así que no te preocupes y retomemos lo que estábamos haciendo, cachorro.
—Ya te dije que no me llamaras así.
—Si— el fallido de tono severo y autoritario con el que Akia intentó hablarle lo tentó para reírse, pero se aguantó.
Se acercó sabiendo que el pulgoso era demasiado orgulloso para retroceder, pero se sorprendió al ver que Akia frunció nuevamente el ceño mirándolo directamente a los ojos, antes de acortar la poca distancia que tenían y comenzar a olfatearlo.
<<Realmente los lobos son raros...>>
Pensó sintiendo el caliente aliento de Akia en su cuello. Al parecer esa mordida significaba mucho para su pulgoso. Tendría que investigar más acerca de las costumbres de Akia ya que obviamente terminaría viviendo entre lobos.
—¿Comprobaste que soy tu pareja y no un impostor?— bromeó rodando los ojos al recordar que su pulgoso no era muy bueno captando las bromas.
—Nunca tuve dudas de que tú seas mi pareja— murmuró Akia aspirando el aroma del águila y se tensó cuando Brian bufó —, no me hubiera dejado...apareado contigo si no fueras mi pareja.
De golpe Brian lo alejó sosteniendo sus hombros. Los azules ojos de Brian lo quemaban, literalmente, sentía su rostro arder más y más sin control.
—¿Cuántos...— negó con la cabeza ante lo que estaba por preguntar y vio el increíble rubor del pulgoso y decidió dejar algunas preguntas para después —Escucha bien esto, no se mucho... en realidad no sé nada sobre los lobos, pero desde ya te aclaro que si soy tu pareja no es solo para aparearnos, se que nuestra primera vez juntos no fue la mejor y fui un completo idiota al no esperar más y metértela sin haberte preparado bien físicamente y mentalmente pero...¡olvida nuestra primera vez! Yo...
—¿Quieres decir qué...— interrumpió Akia buscando las palabras correctas —...te arrepientes de haberte enlazado conmigo?
—¡¿Qué?! ¡No!— Sostuvo fuertemente los hombros de su pulgoso cuando este quiso retroceder —Lo que quiero decir es que realmente estaba en mi limite cariño... No pude esperar a que estuvieras realmente... ¡Mierda! ¡No tendría que haber ido hasta el final!
—Si no querías ser mi pareja no tendrías que haberme aceptado cuando te pregunte, ni haberte quedado conmigo antes— Akia no estaba molesto, pero quería que su voz no temblara para no sentirse más patético de lo que ya se sentía.
Dolor y angustia lo invadían. Quería alejarse de Brian antes de terminar por derrumbarse y mostrarse más patético. Se estaba resistiendo a largar esas lágrimas que comenzaron a juntarse en sus ojos. No tenía experiencia alguna en las relaciones amorosas, en el sexo. ¡Ni siquiera había besado a nadie antes! Si sabía muy bien lo que se hacía y todo pero...
<<Estuvo mal, el entregarme a este plumífero fue un error o quizás no hice lo que tenía que hacer durante... tal vez no hice lo que tenía que hacer bien...>>
—Dejé de lado todo lo que creía correcto para aceptarte como mi pareja Brian. Realmente fue especial el haberme entregado, me sentí completo y seguro de mi mismo, de lo que soy por primera vez y no quiero olvidarlo.
Brian lo miraba detenidamente, por primera vez Akia le había dicho lo que pensaba. Sintió la angustia de su pulgoso y se odió por ser el que causó ese sentimiento. Tenía que tranquilizarlo, ver esos ojos acuosos no le gustó para nada, quería verlos dorados y brillantes.
—No me arrepiento de ser tu pareja cariño, nunca lo dudes— ¡¿Cómo no podría querer a su lindo y orgulloso pulgoso?!
Depositó un beso suave sobre los labios de su pareja, quería tranquilizarlo. Nunca fue un tipo que diera afecto, al contrario, el era sarcástico y odioso. Con Akia quería ser diferente.
—Te diré algo más cariño— sonrió viendo los ojos dorados de Akia, ya esas lagrimas que amenazaban con caer por su hermoso rostro había desaparecido —, a partir de ahora quiero que me digas todo lo que pienses sin reservas, nunca voy a juzgarte, quiero saber todo lo que sientes y quieres. Soy nuevo en esto de ser serie en una relación y no quiero cagarla, somos una pareja y voy a cuidarte siempre sin importar cuánto logres irritarme de vez en cuando.
Al ver que Akia asintió con la cabeza lo beso nuevamente en los labios. Su pulgoso no luchaba por el control y sus manos se animaron a recorrer su torso, haciéndolo sentirse realmente aliviado y feliz.
—Supongo que quieres más que unos agradables besos ¿no?— Akia lo miró sin saber que decir o hacer.
La camioneta estaba ocupada y aunque no vio pasar ningún vehículo eso no significaba que no podría pasar alguien y verlos. Su parte humana le dictaba ser más conservador o reservado, en cambio su lobo estaba luchando por salir y cumplir cualquier deseo de su pareja.
Akia pensó que sería más fácil si fuera de noche y si su mente no dejara de maquinar sobre lo correcto o incorrecto.
<<En estos momentos es cuando me gustaría tener la facilidad de distracción de Galo...>>
Pero no, no podía ignorar el hecho de que estuvieran junto a la carretera, con dos hienas que hasta hace unos momentos quería matar y con un demente que lo quiere como su nuevo juguete.
—Brian...— Akia tragó saliva al ver esos ojos azules que hacían que se perdiera y que su mente quedara en blanco.
No sabía en que momento sus brazos se movieron y terminaron alrededor del cuello del águila atrayéndolo, ni cuando la mano que estaba en su cintura comenzó a bajar hasta sujetar su trasero.
Comenzaron a besarse casi de manera desesperada. Akia sentía como su piel ardía y que la única forma de alivio era tener contacto con la piel de Brian. Necesitaba más y su águila lo sabía.
Fue levantado y como un auto reflejo envolvió sus piernas alrededor de Brian. Le costaba respirar mientras se besaban, pero no quería despegar sus labios de los de su pareja para poder seguir sintiendo la caliente lengua explorándolo tan fuertemente. Lo siguiente que supo era que se dejó cargar por Brian quien lo llevaba hacia los pastizales más altos.

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